Ya están aquí, ya llegaron las fiestas navideñas,
Para unos las tan ansiadas y para otros las tan odiadas.
Con ellas llegan las grandes comilonas y beberendolas y también los quebraderos de cabeza.
¿Qué pongo para comer, cenar, recomer y recenar?
Miles de ideas vienen a nuestra cabeza,
Voy a poner esto porque a fulanito le encanta, voy a poner lo otro porque a menganita le gusta, voy a por lo otro de más allá por si a menganita no le gusta lo que he puesto para fulanito y así nos juntamos con un montón de platos en la mesa que bien podríamos alimentar a un ejército entero.
Una comilona de esas que ya solo con los entrantes estamos alimentados para varios días.
Pero no,
No queda ahí la cosa,
Luego pasamos a los segundos platos, no podemos más, pero engullimos todo lo que se nos pone delante hasta reventar.
Para rematar la faena, vienen los postres, una gran variedad para que ningún comensal se quede sin su pedacito de dulce, varias tartas, turrones, mazapanes, polvorones, etc.
¡Venga! ¡Todo para dentro!
Total, que termina la jamada y ya no sabes si estas viva o muerta.
En fin, el resultado no te lo voy a decir porque estoy segura de que lo sabes.
Ante esto, no puedo decir otra cosa que PRUDENCIA y CONSCIENCIA,
no comamos como si no hubiese un mañana.
¡Felices fiestas!