Todos tenemos claro que, emoción y alimentación van de la mano, están unidas desde que nacemos.
En la mayor parte de los casos de sobrepeso y obesidad se esconde el tema emocional.
Últimamente, cada vez que enciendo la TV aparece ante mis ojos un anuncio, siempre ahí, y eso que la enciendo poco, pero parece que me persigue y es un ejemplo claro de lo que te hablo.
Seguro que lo has visto.
Aparece una niña, a la que le dice el medico que tiene que estar 6 semanas con una escayola en la pierna, que se perderá 6 partidos de su deporte favorito.
Lo que lleva a la niña a un estado de tristeza, frustración, rabia, etc.
Y, ¿Qué hace la madre para aliviar, mitigar ese problema emocional de la niña?
¡Pues está claro!:
compensar ese malestar con algo rápido y deseable, por ejemplo, comiendo pizza.
De esta forma lo que hace es tapar, esconder esas emociones, esos sentimientos de la niña, pasando rápidamente del llanto a la carcajada.
¡Comemos pizza! ¡Problema resuelto!
Y ¿Qué está aprendiendo esa niña?
Que a lo largo de su vida y cuando vuelva a sentir esa rabia, tristeza o frustración, comerá pizza.
¿Por qué?
Porque es lo que ha aprendido y lo tiene grabado a fuego, sabe que le va a aliviar, le va a hacer sentir bien, la calmará, sentirá placer y además es algo rápido y recurrente para aliviar esos síntomas.
Pero, eso no va a hacer que sus problemas desaparezcan.
¿Qué deberíamos hacer?
Aprender a gestionar esas emociones sin recurrir a la comida.
Todo esto se traduce en una mala relación con la comida.
Ahora bien,
¿Crees que tu relación con la comida no es buena y que en muchas ocasiones limita tu vida?
Si decides que este es el momento, no dudes ni un instante en decírmelo, estaré encantada de ayudarte para que empieces a vivir esa vida con la que sueñas.
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Que aproveche
Oli Martínez.