Seguro que alguna vez se te ha encendido una lucecita roja en el cuadro de mandos del coche, la que te indica que algo no va bien.

Después de poner el grito en el cielo y casi sin pensarlo, llevas el coche al taller para reparar lo que haga falta porque quieres que el coche dure muchos años, en buenas condiciones y no poner tu vida en peligro.

 

Dicho y hecho.

Revisión, cambio de piezas y por fin…

desaparece la lucecita.

 

De la misma forma que en el coche se encienden esos pilotitos indicando que algo no va bien, en tu cuerpo pasa lo mismo, cuando se enciende el indicador de colesterol, diabetes, tensión, insomnio, estrés, etc.

Del mismo modo que llevas el coche al taller, tú vas al médico en busca de solución,

Y tú médico te la da,

un par de pastillitas al día, también te puede ofrecer una inyección para adelgazar y otra para bajar el colesterol y veras como desaparecen esos pilotitos en la próxima analítica.

Sales del médico encantada, con una solución fácil, rápida y sin esfuerzo y dices:

¡Problema resuelto!

 

¿En serio, crees que el problema está resuelto?

O,

¿es la forma más fácil de afrontar el problema?

¿te has parado a pensar cuales han podido ser las causas que te han provocado esos síntomas?

¿Puede que sea debido a una mala alimentación unida al sedentarismo, estrés o falta de descanso?

 

Volviendo al tema del coche,

 

¿Te imaginas que el mecánico te dice que debería de cambiar una pieza que te puede dar problemas o provocar un accidente, pero que por el momento puede desconectar esa lucecita que tanto te molesta en el cuadro de mandos para que deje de llamar tu atención?

Es impensable, ¿verdad?

 

Entonces, ¿Por qué con nuestro cuerpo lo admitimos? ¿Por qué nos conformamos con tapar la herida con un parche?

 

Pero bueno, es la solución que te ha dado el médico y, además, en esta ecuación ganan las empresas de productos de alimentación y las farmacéuticas.

 “Tú sigue comiendo todo de todo que luego ponemos la inyección y problema resuelto”

 

En cambio, si el medico te dice que comas menos o que no comas ciertos alimentos, que te muevas más, que cuides tu descanso, tu estrés… la única en ganar serás TÚ.

 

Si quieres que desaparezcan esas lucecitas, puedes empezar a modificar aquellos aspectos de tu día a día que lo han provocado y por supuesto ocuparte de su mantenimiento para que ese cuerpecito te dure muchos años y en buenas condiciones.

 

Si quieres cambiar tus hábitos, mejorar tu alimentación, perder unos kilos, no lo hagas solamente por ponerte 2 tallas menos de pantalón, hazlo en primer lugar por TU SALUD, lo demás viene solo.

https://calendly.com/oli2coach/llamada

Que aproveche

 

Oli Martínez

Dietista y Coach Nutricional.