El otro día hablaba de las dietas.

 

El ejemplo que puse fue una dieta baja en Hidratos de Carbono (HC), con la que se consigue una perdida de peso a corto plazo, mejora el perfil metabólico, la presión arterial, colesterol y el azúcar.

Y, además, reduce el apetito.

 

¿Quieres saber por qué?

Cuando hacemos una dieta baja en HC quiere decir que aumentamos la ingesta de grasas y proteínas.

 

Bien, en nuestro cuerpo tenemos dos hormonas, como son la colecistoquinina y el péptido YY, que responden a las proteínas y a las grasas para indicarnos que dejemos de comer.

 

Seguro que te ha pasado, que cuando estas lleno después de una comida, pero te ofrecen un pastel o un dulce con azucares refinados, sí que tienes hueco para ello.

¿Verdad?

Pero no para comer más pollo, ni más chuleta.

 

¿Por qué?

Los alimentos muy refinados y procesados no desencadenan la liberación de las hormonas de saciedad, así que nos lo comemos todo, como si no hubiera un mañana.

Lo HC altamente refinados nos vuelven adictos porque no hay hormonas de saciedad que los frenen y además activan nuestro sistema de recompensa, proporcionando alivio y bienestar.

 

Está demostrado que después de un año, las dietas fallan, y como dije el otro día:

 

“La clave está en aprender a comer y por supuesto al igual que cuando aprendes a conducir, poner en práctica lo aprendido.”

Si crees que este es tu momento, dímelo y te ayudare encantada:  https://calendly.com/oli2coach/llamada

 

Que aproveche

 

Oli Martínez.